Formalmente no estamos en campaña electoral. Es una suerte de precampaña, pero los discursos pronunciados por el Presidente y el Alcalde de Guayaquil ponen a las fuerzas políticas en la contienda por el poder seccional. Con partidos históricos desaparecidos, con varios grupos menores borrados del mapa, las fuerzas se alínean en pro o en contra de la incontrastable figura del Presidente. Las arengas del Mandatario y el Burgomaestre porteño eran, de algún modo, una señal de partida de esa carrera electoral o, al menos, un peloteo de calentamiento.
Críticas a la conducción del Municipio, por un lado, defensa firme de la obra, por otro. Es curioso que un punto de aparente desacuerdo sea la búsqueda de una nueva reelección en el caso de Nebot, precisamente criticado por quien ha corrido ya tres veces de modo sucesivo por la candidatura presidencial. Rafael Correa esbozó un posible apoyo a la figura de la Gobernadora de Guayas para la contienda con el dirigente socialcristiano.
Pero quedan otros escenarios. El de Quito, por ejemplo, tenido como vitrina de líderes con proyección nacional, tendrá en los puntos débiles y fortalezas de la gestión municipal el eje de la campaña.
Y más allá, un país entero, con 221 municipios de los cuales 70 son del movimiento oficialista. Y 23 provincias con ocho prefectos partidarios de AP, que busca consolidar su hegemonía. La campaña está en la línea de partida.