Corrían los tiempos de la Colonia. En Quito surgía un símbolo nacional de un patriota que luchó por sus ideas. Eran épocas de oscurantismo y represión. La luz de Eugenio Espejo, científico y periodista, iluminó la noche colonial.
Sus Primicias de la Cultura de Quito dieron de qué hablar; fueron seguidas muchos años después por otras publicaciones, también ahogadas por las turbulencias políticas y la muerte a los librepensadores que las alumbraron.
Eran luchas entre patriotas libertarios y realistas a ultranza, y más tarde contra caudillos implacables. Eugenio Espejo fue el intelectual más completo y erudito, ‘escritor fecundo y variado entre todos los del tiempo de la Colonia’, según su biógrafo Homero Viteri. Fue el primer bibliotecario y además médico ejemplar y periodista. El precursor de las ideas de la independencia.
Por eso los periodistas ecuatorianos se miran en su ejemplo. Sus virtudes reflejan, hoy como ayer, la urgencia de la luz de la verdad, de la fuerza de las ideas y la razón sobre la imposición, del derecho a discrepar y opinar libremente.
En estos tiempos difíciles para el periodismo, cuando el poder político acosa, agrede y quiere mantener oculto lo que la prensa quiere sacar a la luz para contribuir al debate democrático y plural, Eugenio Espejo sigue iluminando con su esencia a los periodistas como seres humanos y librepensadores, con vocación por la información abundante y la opinión diversa para que la gente decida.