LA PAZ NO ES FÁCIL

El largo camino de la paz, siempre pedregoso y lleno de abismos, se inició en Oslo, Noruega. Se trata de culminar una sangrienta tensión de más de medio siglo que ha alterado la vida de Colombia. Nadie creyó de modo ingenuo que el proceso era cosa fácil. El punto de partida evidencia las dificultades.

El Gobierno y sus delegados deben presentarse como lo que son, legítimos representantes de la voluntad de los colombianos, y deben mostrar apertura al diálogo y firmeza para dejar en claro que están al mando del control interno, con todas las complejidades que ello implica. Esa fue la postura de Humberto de la Calle, un político experimentado y ecuánime.

Luciano Marín, alias ‘Iván Márquez’, mostró la postura más dura, la que sin duda supone un mensaje a los grupos guerrilleros dispersos de su organización, especialmente a los más escépticos o los que se resisten al diálogo, pero todos sabemos que al grueso de los combatientes de las FARC, la lucha armada solo les proporciona zozobra y hasta la muerte.

Pero la paz tiene enemigos. Grupos de las FARC se han acostumbrado al voluminoso dinero del negocio sucio, al secuestro y a la muerte. Tampoco los carteles de la droga, ni menos los traficantes de armas, quieren la paz.

El 15 de noviembre será para discutir la agenda que supone el desarrollo integral, la participación política de los militantes guerrilleros en el establecimiento formal, la reparación a las víctimas, el tema de las drogas y el fin del conflicto armado. Por ahora la muerte sigue dejando huella.

Cinco soldados cayeron en el Putumayo ante un atentado explosivo. La paz se negocia en medio del conflicto, lo que muestra, con más argumentos que nunca, la urgencia de llegar a buen puerto.

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