Los patios de Quito se abren al público. Sus recodos y aljibes, sus escalinatas y jardines albergan por estos días una muestra de fantasía: El Proyecto Arte Contemporáneo y Patios de Quito.
La Fundación Arteducarte y Grupo EL COMERCIO prendieron la idea. Una causa similar alumbró 16 casas en Córdoba, España, el año pasado, con el proyecto El Patio de mi Casa. Y la idea se vino para Quito y cuajó en la mirada de quienes impulsan Arteducarte, una fusión del valor del arte que tiene en Quito, y su riqueza colonial y creativa, el viejo sincretismo que anidó desde los primeros años en el tejido de la América mestiza. Y desde esa formación se vuelca a un esfuerzo constante, como la gota sobre la piedra, para aplicar a la educación las teorías del constructivismo social, las inteligencias múltiples y su desarrollo, y la formación y un pensamiento crítico y creativo.
Por eso es que la idea se amalgamó en el Quito colonial. En patios de nombres tan cautivantes y sugerentes como la Casa del Higo, la Oña Carrasco, la Casa de Sucre y los espacios de familias que hoy hospedan la obra de artistas plásticos de Líbano y España, Chile, Brasil y Costa Rica y, naturalmente, de cuencanos, guayaquileños y quiteños.
Las ideas que tienen luz iluminan y convocan, por eso es que instituciones preocupadas por la cultura y empresas privadas, que creen en el fondo vital del arte y la cultura y que miran el futuro del país en el concepto de la urgencia de mejorar la educación, hicieron su apuesta y apoyaron la iniciativa.
El proyecto ya está en manos de Quito, sus vecinos y visitantes, en los patios de conventos y casas de familia. Será mejor ir a verlo; así el fruto del amor con que se preparó saldrá a la luz.