Sí se puede, a base de trabajo, procesos y planificación

Napoleón Bonaparte, genio militar y emperador de Francia, dijo alguna vez: “La victoria tiene 100 padres y la derrota es huérfana”. La frase se usa de manera repetida en diversos contextos, entre ellos el deporte, y se refiere a la tendencia de los seres humanos a adherirse a procesos o proyectos cuando estos tienen éxito y, por el contrario, abandonarlos no solo cuando fracasan definitivamente, sino apenas hay indicios de dificultades en ellos.

El triunfo de la Selección ecuatoriana el domingo ante Catar, en el arranque de la Copa del Mundo, sin duda elevó el optimismo del país en todos los ámbitos, empezando por las expectativas respecto de las posibilidades del equipo en el torneo.

Sin embargo, valdría preguntarse cuánta gente confiaba verdaderamente en el cuadro antes del debut, luego de una racha de partidos amistosos en los que no convirtió goles. Cuántos ecuatorianos descreían en la capacidad goleadora de Énner Valencia, quien anotó dos tantos ante el dueño de casa.

Y de la misma manera, ¿qué ocurrirá si el 25 de noviembre en el cotejo ante Países Bajos, el conjunto que en el papel luce como el más fuerte del grupo, el resultado no es bueno? ¿Volverán a aparecer las dudas? ¿Renacerá esa tendencia al derrotismo que suele caracterizar a los habitantes de Ecuador?

En el país predomina la sensación de eterna derrota acompañada de necesidad de triunfos, pero sin el cuestionamiento de si hemos hecho algo para obtenerlos y sin el compromiso con trabajo planificado y procesos a largo plazo que generen resultados.

El hecho de que seis de los integrantes de la Tri hayan participado en algún momento en el exitoso proyecto que desarrolla Independiente del Valle (IDV) y que no es producto del azar, nos deja pistas sobre cuál es la ruta hacia el éxito.

“Jugamos como nunca y perdimos como siempre” fue una frase que patentamos y que tras la clasificación a nuestro primer Mundial, Corea-Japón 2002, la hemos relegado poco a poco, al tiempo que la hemos cambiado por el “Sí se puede”. En efecto, se puede, pero con trabajo, planificación y confianza.

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