Un nueva masacre lastima Estados Unidos, a días del atentado criminal en Nueva a York. Esta vez, en San Antonio.
El poblado de Sutherland Springs fue sacudido por las balas asesinas de un rifle de asalto automático. El criminal murió minutos después. 26 muertos y 20 heridos es el saldo trágico. Las víctimas se encontraban en un oficio religioso en la Primera Iglesia Bautista.
La comunidad reaccionó con tristeza y el Gobernador del Estado de Texas hizo públicos su dolor y sus oraciones por las víctimas inocentes.
Aunque la naturaleza del crimen parece distinta a aquella que conmovió a Nueva York, este tipo de asesinatos masivos se repiten con frecuencia en Estados Unidos; hace unas semanas el horror se vivió en Las Vegas. El presidente Donald Trump, de gira por Asia, quiso atribuir el grave incidente a un aspecto de salud mental del asesino, pero el fantasma de la venta libre de armas en Estados Unidos, respaldada por la ley, sigue siendo crucial y sus estragos causan daños irreparables.
La lista de asesinatos masivos en circunstancias parecidas, en escuelas, universidades, discotecas y conciertos, es decir en sitios públicos con alta concentración humana, es recurrente.
Este es un problema que atañe a la vida de la gente pero la enmienda relativa a la venta libre de armas para muchos es intocable. La pregunta es si una vida humana no vale, en realidad, mucho más que esa libertad de la que se abusa mientras las tragedias se repiten.