De regreso al pantano iraquí

Sergio Muñoz Bata
El Tiempo, Colombia, GDA

A menos de tres años de la difícil retirada de las tropas norteamericanas de Iraq, el presidente Barack Obama, que tanto se ha esforzado por evitar un nuevo involucramiento militar de Estados Unidos en el mundo, ha ordenado un nuevo desplazamiento de la aviación militar estadounidense en el atribulado país.

Según dijo el Presidente, la operación aérea tendrá dos fases. Por un lado, surtirá de víveres y agua a los refugiados yazidis y cristianos, que, ante los ataques del llamado Ejército Islámico de Iraq y el Levante, huyen de sus ciudades buscando refugio en las montañas. Por el otro, intentará detener el avance del ejército del Eiil. Con estos ataques a las fuerzas yihadistas, señaló Obama, EE.UU. defiende sus instalaciones diplomáticas y a los estadounidenses. Obama dijo que otra de las razones del despliegue militar es la defensa de sus intereses. Obama entiende que está en manos de Estados Unidos evitar un nuevo genocidio. La única forma de detener una verdadera catástrofe humanitaria es deteniendo el avance de las fanáticas fuerzas armadas de Eiil.

También hace bien ordenando la entrega de víveres y agua a los refugiados que huyen de los yihadistas. En el segundo punto, la defensa de los intereses de EE.UU. en la región, Obama incluye el imperativo estratégico de impedir el avance y la consolidación de Eiil en el corazón de Oriente Próximo. Si este fortalecimiento llegara a suceder, no solo EE.UU. estaría en peligro, sino todos los países del área y el resto de países de Occidente. La debilidad es que no resuelve el problema a largo plazo. Con intervenciones militares no se construyen instituciones duraderas.

En EE.UU., la decisión del Presidente ha sido criticada por los políticos desmemoriados que ahora claman que el responsable del surgimiento de Eiil es Obama por no haber actuado con mayor firmeza contra este grupo cuando todavía no adquiría tanta fuerza. Convenientemente, se olvidan de que Iraq ha sido un pantano impenetrable para sus 5 últimos presidentes. En los 80, Ronald Reagan se alió a Saddam Hussein para derrotar a los ayatolás iraníes y lo encumbró. George H. W. Bush decidió que Hussein, el antiguo aliado, no cabía en el ‘Nuevo Orden Mundial’ e intentó debilitarlo. Bill Clinton mantuvo las sanciones en contra de Hussein hasta que George W. Bush desencadenó el caos. Hoy le toca a Obama lidiar con el problema. Pero no se piense que la región sería un vergel si EE.UU. no hubiera intervenido, las debilidades institucionales del mundo árabe son abismales.

Para Obama no hay buenas opciones. Volver a mandar tropas estadounidenses después de una ocupación de una década que fracasó estrepitosamente es impensable. Todo el mundo sabe que la inmensa mayoría de los ciudadanos se opone a una nueva invasión de tropas estadounidenses en suelo iraquí. Les corresponde a los iraquíes defender su país y a EE.UU., continuar su lucha para evitar una repetición de los atentados terroristas del 11 de septiembre en su territorio.

Suplementos digitales