Hecha la ley, hecha la trampa. La tecnología que tanto ayuda a acelerar los trámites aquí fue la artimaña.
Los usuarios del sistema de obtención y renovación de licencias de conducir advertían desde hace tiempo la demora en los turnos.
Así, la propia autoridad descubrió a una red -una banda, se diría mejor-. Unos funcionarios sabían la ‘letra colorada’. La explicación que obtuvo este Diario concluye que se escogían nombres al azar y se obtenía un sinnúmero de turnos artificiosos.
En las afueras de los centros de la Agencia Nacional de Tránsito y de la Comisión de Tránsito del Ecuador, tramitadores se ‘ofrecían’ a agilitar el proceso. Con los turnos se atendía a los usuarios urgidos por renovar sus licencias o sacar el preciado documento habilitante por primera vez. Los delincuentes cobraban entre USD 150 y 200 por el ‘favor’.
Además tenían en su poder exámenes a los que solamente agregaban los nombres de los usuarios beneficiados, también exámenes de sangre y las pruebas sicológicas y motrices.
La investigación, de momento, señala que estos procedimientos eran habituales en oficinas como las de Guayaquil, Santo Domingo y Cayambe. Pero también se adelanta investigaciones en Atuntaqui y Quito.
Si los sistemas son vulnerables y esa intromisión es posible en un par de ciudades, cabe preguntar si no es un sistema replicado en varias oficinas del país. La pesquisa no debe esperar. Se emiten más de 800 000 documentos al año. ¿Cuántos de ellos se habrán entregado con mecanismos parecidos, por la puerta de atrás? A los detenidos en esta red delictiva les pueden sobrevenir penas de entre tres y cinco años de cárcel.
Mientras siguen las indagaciones, cabe preguntarse, frente a los accidentes en las carreteras del país, si alguno de los responsables habrá obtenido sus licencias de modo corrupto, sin dar exámenes de manejo y acaso con documentación falsa sobre los cursos de capacitación.
La oportunidad exige una investigación a fondo para sanear el sistema y construir defensas y blindajes ante tanta trampa, y tan seguida.