La fiesta de Quito ya no es lo que fue. Es que Quito tampoco es lo que es y cambia de modo trepidante.
El recuerdo y la rememoración históricos, más que para comprender los hechos de su rico acervo, son un punto de partida para pensar en el presente y proyectar una nueva visión de la capitalidad y su representación en el colectivo nacional.
Cada 6 de Diciembre se festeja la fundación española de San Francisco de Quito, hoy Distrito Metropolitano. En el antiguo tianguez de los señoríos indígenas, la conquista inca dejó su huella y replanteó la esencia del Quito de entonces.
Pocos años después llegaron los españoles. Como toda conquista efectuada a sangre y fuego tiene su huella, deja riqueza y también heridas.
Quito colonial y mestizo acopia sus vertientes de lo indio y lo hispano (a su vez, suma de otras guerras de conquista y viejos asentamientos moros, judíos, íberos). Una urdimbre rica en su historia y en sus particularidades.
La imaginería de tradición hispana que trajo la cristiandad en tallas y grandes templos proyectaron esa riqueza cultural. Quito fue además un nicho importante para el sincretismo que imbrica, entre múltiples manifestaciones, la fiesta de los toros con una tradición hispana y popular desde los albores de la colonia. Tras la consulta que suprimió la muerte del toro en la plaza, la tradición de años en la Belmonte acabó con la visión prohibicionista del Alcalde.
Como la ciudad más poblada del país, la Capital vive un presente plagado de retos y no debe apartar la mirada del futuro. Una ciudad debe tener personalidad urbanística, debe trazarse pensando en sus habitantes y facilitando su vida y su movilidad.
La nueva realidad de un Quito diverso y abierto exige visiones plurales, y bajo ese concepto es importante saber convivir y volver a construir un tejido social debilitado por la inseguridad o el tráfago diario.
Un todo diverso y libre debiera estar en la concepción de sus autoridades y de sus habitantes para gestar una grandeza. Esta no solo debe ser pasado sino marcar con claridad el futuro. Estamos a medio camino.