La Contraloría ha confirmado las glosas en el proyecto hidroeléctrico Coca Codo-Sinclair por un monto de USD 112 millones.
El gigante complejo hidroeléctrico ha sido considerado uno de los emblemas del Gobierno anterior. Además -y por su tamaño, costos y proyección- es una de las obras más costosas que registra nuestra vida republicana.
Pero es verdad también que, desde que el Régimen pasado empezó a promover la obra, luego de décadas de efectuados los primeros estudios de factibilidad, los tropiezos y problemas fueron múltiples.
El proyecto estuvo rodeado de la grandilocuencia de los discursos. Una primera piedra que debe estar empolvada, la visita de Cristina Fernández de Kirchner y una cláusula de rescisión de contrato de millonario costo para el país y de dudosa transparencia.
Más tarde vino la adjudicación a dedo a una empresa China, los retrasos -no admitidos por los constructores- y los contratos complementarios que fueron en su momento cuestionados.
Siempre se aludió que los caudales de agua no eran estables y que acaso se sobre dimensionó el proyecto.
Luego de la inauguración apresurada hubo una evaluación técnica que estableció un número de fisuras cuya reparación podría ser millonaria.
Hoy Sinohydro, empresa constructora, el consorcio fiscalizador y varios funcionarios públicos afrontan millonarias glosas. Coca Coco-Sinclair, otra gran obra en cuestión.