El Programa Reactívate Ecuador cuenta con USD 1 150 millones y es un primer paso para atender la demanda de créditos en condiciones blandas. Es clave mantener el empleo formal.
Las necesidades fiscales están creciendo, no solo por la crisis sanitaria sino también por la crisis económica, la cual puede generar costos incluso mayores que la propia pandemia.
Por eso es importante que lo esfuerzos para reactivar la economía estén alineados en un solo objetivo: sostener a las empresas de todo tamaño, pues aquello también significará mantener los empleos formales en el país, que hasta antes de la pandemia rondaban el 40%.
El Programa Reactívate Ecuador, presentado esta semana por el Gobierno, es un primer paso en esa dirección. Comenzará con un fondo de USD 1 150 millones, provenientes básicamente de multilaterales como el FMI, el Banco Mundial, el BID y otras entidades internacionales.
No todos esos recursos estarán disponibles de inmediato. Desde el próximo lunes se prevé empezar con USD 500 millones, manejados por un fondo público para atender a micro, pequeñas y medianas empresas a través de créditos blandos: 36 meses de plazo, seis de gracia y 5% de tasa de interés anual. Los préstamos varían entre USD 500 y 500 000, según el tamaño de la empresa.
Los recursos servirán para capital de trabajo, pagar obligaciones vencidas y cancelar deudas pendientes con otros proveedores, lo cual permitirá empezar a mover el engranaje del aparato productivo, que se encuentra paralizado en un 70%.
Conforme el país vaya saliendo del confinamiento, el sector productivo demandará más recursos para reanudar sus actividades. Las empresas grandes tienen la capacidad de conseguir financiamiento en el exterior o en la banca privada nacional.
Para atender al grueso de las empresas se necesitarán más recursos internacionales, pero también de otros actores privados. De hecho, el Programa anunciado por el Régimen tiene USD 300 millones para constituir un fondo con recursos privados.
El objetivo final es pasar a una etapa de desconfinamiento en la que las empresas formales puedan reactivarse y mantener el empleo formal, la única vía para evitar el crecimiento de la informalidad y la pobreza.