La presencia en el país de miles de ciudadanos cubanos, en algunos casos en situación irregular, deja en evidencia un drama migratorio que se ahonda.
Aunque el problema que viven quienes deciden salir de la isla antillana no solo se produce en el territorio nacional, pues también lo afrontan -con diferentes matices- Colombia, Panamá, Costa Rica, etc., el caso ecuatoriano ha adquirido una especial connotación.
Desde el inicio de su gestión, allá en el 2007, el Gobierno se mostró partidario de la ‘ciudadanía universal’. Un principio que incluso quedó plasmado en el artículo 418 de la Constitución de Montecristi, que se aprobó en el 2008.
Bajo el amparo de una Carta Magna favorable a la acogida de extranjeros, el mismo 2008 se decretó ‘la libre movilidad’ que, a su vez, activó la llegada de personas de terceros países, entre ellas las provenientes del Estado gobernado por el presidente Raúl Castro.
Pero, el año pasado, en medio de la crisis migratoria causada por miles de cubanos en Centroamérica, el Ecuador impuso -desde el 1 de diciembre del 2015- el visado para los ciudadanos de la isla, ‘para frenar la corriente migratoria que pone en riesgo a la población cubana’, según se dijo. Ahora, 5 000 de ellos desean abandonar suelo ecuatoriano y viajar a Estados Unidos. Para hacerlo, requieren una visa mexicana.
Queda claro que la comunidad internacional debe tomar medidas, algunas urgentes, para poner término a la odisea migratoria de los cubanos.