El presidente de Estados Unidos Barack Obama pronunció, ante las cámaras legislativas, un discurso histórico en la relación de su país con Cuba.
El Presidente pidió levantar el embargo comercial, al poco tiempo de la insospechada conversación que mantuvo con el presidente Raúl Castro y la intención de ambos mandatarios de bajar las tensiones y normalizar sus relaciones.
El cambio en sí es un giro geopolítico de trascendental importancia.
La guerrilla cubana derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista en 1959. Años después instauró una revolución socialista con supresión de la empresa privada y la imposición de un partido único: el Comunista. La proclamación del carácter socialista de la revolución y la crisis de los misiles en tiempos de la Guerra Fría y el pulso entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas marcó a los años siguientes.
El embargo comercial supuso un bloqueo, no solo económico sino político, que intentó una presión internacional sobre el Gobierno de la isla caribeña, al mando del comandante Fidel Castro.
La normalización de las relaciones anunciada y que Obama busca refrendar en el Congreso es compleja, dado el peso del bloque Republicano. Sin embargo el anuncio ya ha tenido efectos prácticos en el envío de divisas por la gran población oriunda de Cuba que vive en EE.UU.
Se planifican vuelos directos, aumentará el turismo y los viajeros ya llevan ron y habanos, algo prohibido antes. La historia, lentamente, empieza a cambiar.