La semana pasada, políticos de varias fuerzas opositoras al Régimen pidieron una misión de observación en los comicios presidenciales del próximo año.
El Presidente criticó a los peticionarios en el último enlace ciudadano, en Pedernales. Les atribuyó una actitud de vasallos y una intención de desprestigiar al Consejo Nacional Electoral (CNE). “O sea, somos corruptos los ecuatorianos y venga patroncito a controlarnos. ¡Qué vergüenza!”, dijo.
El CNE, por su parte, considera que corresponde al país hacer esas invitaciones para el proceso electoral.
Cabe recordar que la Organización de Estados Americanos (OEA) ha enviado al país múltiples y nutridas delegaciones, cuyos informes se pueden leer en distintos sitios digitales. Así, en los años 2009, 2013 y 2014, bajo el mandato de Rafael Correa, la OEA desplegó observadores de distintos países. En uno de los casos llegaron 68 delegados y se movilizaron a 17 provincias; además, estuvieron en varios países donde votaron los ecuatorianos emigrantes.
La opinión pública nacional, el CNE y el Gobierno deben recordar que los jefes de misión Lázaro Cárdenas, Rafael Albuquerque y Enrique Correa estuvieron invitados oficialmente y su observación no constituyó intromisión.
Más allá de que el Gobierno sea el encargado de formular oficialmente la petición y de que la oposición exprese sus inquietudes, el resultado final es un acompañamiento que en cualquier caso fortalece el proceso electoral.