Cada vez el diálogo se muestra más urgente en el Ecuador para procesar civilizadamente las diferencias. Esta vez el llamado es del Vicepresidente. Lenín Moreno dijo en una entrevista en Ecuadoradio que el diálogo es el camino para encontrar el progreso del país en democracia.
Después del 30 de septiembre, un pronunciamiento de esta magnitud formulado por una alta autoridad del Gobierno cobra una importancia capital. Días antes la Iglesia Católica, en la palabra del nuevo Arzobispo de Quito, habló de la urgencia del diálogo y el consenso.
Para afrontar el camino del diálogo hace falta generosidad y desprendimiento de aquellas posturas radicales, que muchas veces descalifican al contrario. Es bueno imbuirse en un espíritu de comprensión a las razones de los otros y dejar de lado posturas férreas y unilaterales.
En ese sentido, el llamado del Vicepresidente y muestras sinceras de altos funcionarios del Régimen en procura de la estabilidad política y de la gobernabilidad deberían encontrar apertura. Todas las partes, el Gobierno, la oposición, las instituciones y todos los ciudadanos deben encontrar el equilibrio y recuperar la cordura que es tan necesaria para la paz y el desarrollo. Lo propio debe suceder en la colectividad social, los sindicatos y las cámaras de la Producción, la academia y los estudiantes, indígenas, policías y soldados, en suma, toda la nación.
Para que el diálogo funcione es indispensable el serio compromiso del Presidente. Rafael Correa es el llamado a bajar el tono de confrontación y descalificación a quienes no piensan como él y mostrar que la democracia es algo más que ganar elecciones. Es situarse, aunque sea por un momento, en la postura de los otros, y tratar de comprender sus razones, aspiraciones y demandas.