El papa Benedicto XVI ordenó a 24 nuevos cardenales en una solemne ceremonia en la Santa Sede. Monseñor Raúl Vela Chiriboga fue uno de ellos y se convierte en el quinto Cardenal ecuatoriano.
Para un pueblo católico como se identifica el ecuatoriano, la investidura de monseñor Vela tiene especial trascendencia.
El Cardenal forma parte del selecto grupo de altos prelados que tiene entre sus tareas designar al Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y, como puede ser considerado por sus pares, es un potencial aspirante al trono de San Pedro.
Carlos María de la Torre, Pablo Muñoz Vega, Bernardino Echeverría y Antonio González antecedieron en el purpurado a Monseñor Vela Chiriboga.
La Iglesia ecuatoriana es una voz creíble y respetable. Hace pocos días formuló un llamado al diálogo en esta hora compleja que vive el Ecuador. Es importante que los actores sociales, el poder político y la comunidad nacional abunden en reflexiones de esta naturaleza y tomen nota de la palabra de una institución religiosa como la Iglesia, que es guía de la comunidad espiritual más numerosa y tradicional del Ecuador.
La Iglesia universal de Roma afronta otros importantes retos y debates intensos que los tiempos imponen. En esa línea, una voz experimentada como la del nuevo Cardenal ecuatoriano puede ser un aporte especial a los grandes temas que debe afrontar un conglomerado de fieles que tiene a más de 1 200 millones de seguidores en todo el planeta y que afronta profundas reflexiones, algunos cuestionamientos y embates de toda índole.
Que el nuevo Cardenal acerque al Ecuador a los valores profundos y ecuménicos de la fe y principios de Cristo, y que su prédica en favor de la reconciliación tenga eco.