Ya está en plena operación, superadas las dificultades iniciales, el nuevo Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre. No cabe explicación que justifique la falta de planificación que ha impedido que el cronograma de vías para llegar al nuevo emplazamiento se haya sincronizado al detalle con la apertura de esta significativa obra.
El aeropuerto está en el lugar que fue determinado por la Dirección de Aviación Civil en la década de los 70 del siglo pasado. Es el mismo proyecto que emprendió Paco Moncayo -quien inexplicablemente no fue incluido en la enorme placa conmemorativa de la obra- y será pagado durante largos años por los usuarios.
Al iniciar la presente administración municipal el alcalde Barrera cuestionó el financiamiento, la Contraloría observó el proceso pero luego se dio vía libre para superar ese nuevo retraso y la construcción de pista y edificaciones aeroportuarias terminaron costando USD 600 millones, es decir, más de lo estipulado (USD 413.7 millones). Hoy, con modernas instalaciones, cierta escasez de transporte público y dificultades en las vías de acceso, Quito cuenta con un nuevo aeropuerto.
Hace falta poner el máximo empeño en terminar los trabajos y señalización de la E-35. Concluir la Ruta Viva y sus dos puentes, ofrecidos para 2014, y acelerar la vía por Collas que ahora se estima con nuevos ajustes para 2015. Solo entonces la obra estará completa.