La calidad del entorno es importante para la seguridad de los niños y, por cierto, para el proceso de aprendizaje.
El Ministerio de Educación se ha preocupado de generar los instructivos para que las escuelas y colegios garanticen la seguridad de los niños y jóvenes en los centros de estudio y sus alrededores.
Es responsabilidad de la autoridad policial vigilar el entorno y establecer alertas y protocolos para sitios donde el expendio de drogas sea un riesgo, y la propia seguridad de los menores pueda entrañar peligro.
Aunque es tranquilizadora la información de que solo una de 55 llamadas de alerta por plagio de niños fue real, todas las medidas sirven.
En cuanto a los estudiantes, en la entrada y salida de los establecimientos, el registro de los familiares responsables de llevarlos y traerlos debe ser minucioso para evitar que desconocidos intenten recogerlos.
Otro tema importante es el relativo a los instructivos de seguridad, que deben ser divulgados con claridad y amplitud con el fin de que los alumnos, sus padres y parientes, estén bien informados y sepan cómo reaccionar en casos extraños, pero sin llegar a un tono de alarma exagerada para evitar psicosis y miedos que lleven a los niños y jóvenes a no querer ir a la escuela o el colegio, frente a posibles peligros circundantes.
Otro aspecto clave es el del transporte escolar. No está por demás recomendar los chequeos rigurosos del funcionamiento mecánico de los vehículos y la competencia profesional de los conductores.
Además, cuando se trate de paseos escolares o salidas de las aulas para visitas a museos, parques o competencias deportivas, el centro educativo es responsable de asignar el número de profesores adecuado para el control y vigilancia del alumnado y garantizar su integridad.
Que el Ministerio de Educación se empeñe en estas precauciones, que los colegios, escuelas y profesores asuman su responsabilidad y que el intercambio de información con las familias sea claro, es una buena noticia, algo siempre deseable por el bienestar colectivo.