Sin duda, los mundiales de fútbol son los eventos más importantes de la humanidad. Miles de millones de personas se pegan a los televisores e incluso es motivo de orgullo decir que alguien no ha perdido un solo minuto de los partidos disputados.
Tanta es la pasión por este torneo, que varias empresas buscan llegar a acuerdos para que el volumen de trabajo no merme en estos días. En algunos países, incluso han evaluado dar asueto a los estudiantes para que puedan ver los partidos.
Los mundiales de fútbol tienen, además, entre sus virtudes movilizar la economía. No solamente en el país anfitrión para las grandes corporaciones que auspician este torneo y tiene grandes beneficios exclusivos. En cada país, los pequeños comercios, restaurantes, venta ambulante, casas comerciales y una larga cadena de grandes empresas textiles, los medios de comunicación y de venta de artículos de hogar, ven mejoras en sus finanzas. El consumo, el movimiento de divisas y la recaudación impositiva crecen, algo importante en estos tiempos.
El fútbol es el mayor entretenimiento contemporáneo. Es necesario que las personas tengan derecho a una diversión, incluso a olvidarse de los problemas. En ese sentido, es un deporte encomiable. Además, las selecciones son elemento de unidad de muchos países. Al menos en Ecuador, la Tri elimina las graves barreras del regionalismo que nos han afectado históricamente.
Se ha dicho desde siempre -y las pruebas de ellos se multiplican- que siempre hay un aprovechamiento político para todos. No solo con la nominación de Catar como sede del torneo, en la que hay sombras de corrupción, irrespeto a los derechos laborales de los obreros que levantaron los escenarios, además de los derechos humanos, sino también en cada país participante. Es cuando se afirma que el fútbol es el opio de los pueblos. En Argentina, que padece una inflación insostenible para la ciudadanía, la Ministra de Trabajo corroboró esta idea cuando dijo: “Después seguimos trabajando con la inflación, pero primero que gane Argentina”. Ese es el factor negativo del juego.