Ecuador y Estados Unidos volvieron a conversar al más alto nivel luego de 17 años. La reunión entre el presidente Lenín Moreno y su homólogo Donal Trump abrió el camino para que ambas partes puedan negociar -nuevamente- un acuerdo de libre comercio, aunque en un contexto diferente al que se llevó a cabo en el gobierno de Lucio Gutiérrez (2003-2005).
Desde esa fecha hasta la actualidad, Ecuador firmó un acuerdo comercial con la Unión Europea (UE), mientras EE.UU. renegoció el que tenía con Canadá y México, y empezó una guerra comercial con China, que actualmente atraviesa por una tregua.
Ecuador es el único país de la costa del Pacífico que no tiene un acuerdo comercial con la primera potencia del mundo. Este mercado es actualmente el tercer destino de las exportaciones no petroleras del país, luego de la UE y de China.
Eso se explica por la dificultad de llegar a acuerdos internos sobre un modelo de desarrollo basado en la apertura económica. Sin embargo, el acuerdo firmado con la UE a fines del 2016, por un gobierno que no creía en los tratados de libre comercio, demostró que se podían alcanzar acuerdos mínimos en el país, más allá de las diferencias ideológicas.
La posibilidad de empezar a negociar un acuerdo con EE.UU. pondrá al país nuevamente a prueba, pero ahora en un año preelectoral, cuando algunos candidatos aprovecharán para posicionar sus tesis en contra de la apertura. Pero también será la oportunidad para ver si los actores sociales y empresariales tienen la madurez para ponerse de acuerdo en temas de gran envergadura.
Un acuerdo comercial no pasa únicamente por una reducción de aranceles, también aborda temas de propiedad intelectual, inversión, compras públicas, servicios, etc.
Lo anterior obligará al Gobierno, a los empresarios y a los trabajadores a trabajar en reformas estructurales. Por eso, un acuerdo con EE.UU. puede ser la oportunidad para trazar la hoja de ruta que necesita el país con el fin de mejorar la competitividad, la innovación, la seguridad jurídica, las instituciones, entre otros.