El microtráfico de drogas en todas sus modalidades preocupa al país. Y resulta aún más inquietante cuando esta actividad clandestina se lleva a cabo en centros educativos o en los alrededores de estos, incluso a plena luz del día.
EL COMERCIO publicó ayer un revelador informe. Este ofrece más pistas sobre un negocio ilegal desde todo punto de vista, y que intenta atrapar con sus garras a más jóvenes. En concreto, 300 chicos de un colegio -el 10% del alumnado- presentan problemas de adicción y consumo o se involucran directamente en el expendio.
De la magnitud de la amenaza ya da cuenta un documento, publicado el año pasado, por el Ministerio de Educación. La Cartera de Estado aprobó, en buena hora, un protocolo para estos casos, que precisa las pautas sobre qué hacer cuando se detecta que los estudiantes se drogan o comercializan alcaloides en las instalaciones educativas.
Aunque solo en marzo próximo se hará una primera evaluación sobre los resultados de una medida así, en 14 000 escuelas y colegios del país, parece claro que aún resta más por hacer.
El microtráfico y los robos en las afueras de los planteles se mantienen como un motivo de desasosiego para autoridades, profesores y los propios colegiales. De tal forma que se ve necesario ampliar las acciones para enfrentar a mafias organizadas.
El apoyo familiar, asimismo, es importante en la cruzada contra el tráfico a pequeña escala de sustancias tóxicas.