Con 40 000 muertes violentas en los últimos años México es uno de los países que se considera más inseguro. La violencia en las zonas donde cunden mafias y narcotráfico asusta.
Los dolorosos episodios recientes que azotaron a una de las capitales de los estados más prósperos y con más alto nivel de vida y riqueza como es Monterrey dejan lecciones y desataron una respuesta oficial contundente. La matanza en un casino a plena luz del día y su consecuente incendio dan cuenta plena del nivel de brutalidad de la que son capaces los criminales.
Las causas del atentado que las autoridades no dudaron en clasificar como terrorista, se siguen investigando. Hubo varias detenciones de sospechosos y la presencia del propio presidente Felipe Calderón en un alto funeral simbólico muestran el alto grado de preocupación.
Distintos carteles de la droga, operadores violentos y asesinos a sueldo y la larga frontera que separa México de EE.UU., gran mercado de estupefacientes, han hecho pagar a la sociedad mexicana una alta factura.
Ciudades tomadas por el crimen, matanzas a granel, patrullajes de las Fuerzas Armadas y la impotencia de la Policía muestran esta dura faz que los mexicanos de a pie deben pagar con su miedo y su propia seguridad.
El embate alcanza a numerosos periodistas que han debido abandonar sus lugares de trabajo, migrar a otros estados y muchos de ellos han caído por balas asesinas.
Los esfuerzos institucionales por luchar contra el crimen son tan activos como vanos. La violencia puede cundir como una pandemia. Al tiempo de solidarizarnos con el pueblo de México hacemos un llamado para que nuestro Gobierno estudie a fondo el inquietante crecimiento del crimen organizado en el Ecuador y tome medidas urgentes.