Mientras la obra física del Metro de Quito y la perforación de túneles sigue, hay problemas irresueltos.
La salida de la empresa Odebrecht, del consorcio que formó con Acciona, todavía no se concreta, es más, la empresa de Brasil -inmersa en una serie de juicios y demandas relativas a corrupción en varios países- expresó hace poco su deseo de seguir en el proyecto.
Para el Concejo Municipal de Quito, es una cuestión ajena al ámbito edilicio entrar en una negociación entre dos grupos privados que, en su calidad de socios del Consorcio, deben responder con la obra ante el Municipio pero resolver sus diferencias o la cesión de sus participaciones accionariales.
La obra del Municipio, como es sabido, depende de mucho dinero. En este caso, empréstitos de organismos multilaterales cuyo pago avala el Estado.
Hay un crédito comprometido del Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (Bndes) por USD 251 millones, que no se ejecutó, y se esperaba el ingreso de USD 80 millones por otros conceptos.
La búsqueda de recursos que llenen esa brecha y las conversaciones con los multilaterales deberán ser un tema prioritario, tanto como solucionar los problemas empresariales casa adentro del consorcio empresarial.
La ciudadanía se pregunta en qué medida estas dificultades frenan la marcha del proyecto y si los tiempos ofrecidos, que en un emprendimiento de semejante envergadura son largos, provocarán retrasos.