Cuando se produce una visita papal a cualquier país, quedan múltiples mensajes y lecturas ricas y diversas.
El periplo de Su Santidad a Cuba, primero, y a Estados Unidos, luego, ha tenido interpretaciones políticas.
Ya se ha comentado la falta de un encuentro con la disidencia cubana. En el caso de Estados Unidos, y más allá de los grandes encuentros pastorales, hay algunos datos importantes.
Primero habría que decir que la voz del Papa ha sido escuchada con respeto por la sociedad norteamericana y el establecimiento político, pese a que la religión católica es minoritaria en ese país.
El primer discurso de un Romano Pontífice en el Congreso de EE.UU. fue saludado por los dos partidos del espectro, republicano y demócrata, con interés.
El rol del papa Francisco en la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos ha sido un telón de fondo inevitable.
Fuerza indudable tuvo la petición moral del Santo Padre sobre la pena de muerte, vigente en varios estados de la unión. Todo un tema de doctrina católica expuesto con gran fuerza aunque no se sabe si con algún resultado.
La visita del Papa a Estados Unidos no rehuyó afrontar lo que ha sido un estigma para la Iglesia Católica en los últimos años: los casos de abuso sexual de sacerdotes, el más grande escándalo que ha lastimado la credibilidad de la institución religiosa en esta época reciente. Francisco ha abordado este tema con valentía desde el inicio de su pontificado.