Cuando en octubre de 2014 el presidente Correa anticipó tiempos difíciles, los recortes en inversión y los anuncios de restricciones comerciales empezaron.
Hace dos años, el Régimen impuso sobretasas arancelarias a varias partidas, lo que supuso modificar las condiciones de intercambio comercial con varios países del orbe. Se trataba de corregir el inmenso déficit de la balanza comercial que durante los años de bonanza petrolera no pesaban en la economía de modo significativo como cuando llegó el tiempo de apremios.
Pero paralelamente se negociaba la adhesión al Acuerdo Multipartes que Colombia y Perú habían alcanzado con la Unión Europea y las sobretasas eran, evidentemente, una traba.
Se decidió su desmontaje paulatino, pero las nuevas condiciones que impuso el terremoto de abril de 2016 sirvieron para postergar un año más esta medida, que se prevé concluirá en junio. Aunque la medida no tenía fines recaudatorios, el Fisco recibió ingresos por USD 1 586 millones.
Del otro lado, las salvaguardias encarecieron artículos de consumo, materias primas y bienes de capital. Los empresarios están a la expectativa de que la medida finalice para realizar nuevas importaciones.
Y los consumidores esperan que la eliminación de las sobretasas se traduzca en una reducción de precios, que puede desalentar las compras en Colombia.
El desmontaje entra en la recta final y ahora parece irreversible.