Quito es una ciudad compleja por su geografía, su crecimiento y su densidad vehicular. Pero esa complejidad se multiplica cuando los ciudadanos no tienen información clara y oportuna sobre lo que ocurre en sus calles. Un ejemplo reciente fue el cierre del Túnel Guayasamín el pasado fin de semana. Decenas de conductores se encontraron con la vía cerrada solo al llegar a la Plaza Argentina. La sorpresa, la molestia y la congestión fueron evitables con una estrategia de comunicación mejor pensada.
La información sobre obras y cierres viales existe, pero muchas veces no es estratégica. Se limita a boletines en portales institucionales o publicaciones aisladas en redes sociales. Falta un sistema integral que combine mensajes en medios tradicionales, información en puntos clave de la ciudad, señalética oportuna y alianzas con aplicaciones de tránsito. En ciudades con vías limitadas, como Quito, esa información no es un extra: es vital.
El problema no solo es la falta de información previa, sino la ausencia de anuncios en vías anteriores que permitan al conductor tomar rutas alternas antes de llegar al cuello de botella. La comunicación no debe limitarse a informar, debe anticipar y facilitar la movilidad.
Pero la responsabilidad no recae solo en las autoridades. La ciudadanía también tiene un papel que cumplir. El Municipio de Quito inauguró este 1 de mayo la renovada pista de atletismo y zona de calistenia del parque La Carolina, un espacio que había estado en malas condiciones durante una década. Se rehabilitaron 6 000 metros cuadrados de superficie para trote y 2 300 metros cuadrados de calistenia con material sintético de alto rendimiento. Se mejoraron también las luminarias, bordillos, el sistema de riego y las máquinas de ejercicios.
Sin embargo, pese a que hay normas de uso claras, como el uso de calzado adecuado, la prohibición del ingreso de bicicletas o coches de bebé y la recomendación de no consumir alimentos, muchos usuarios las ignoran. Existe un cartel informativo, pero no se respeta. Esto evidencia una falla compartida: la información debe ser más visible, pero también los usuarios deben estar dispuestos a respetarla.
La recuperación de espacios y la planificación de obras no deben quedar opacadas por una comunicación deficiente o una cultura ciudadana pasiva. El reto del Municipio de Quito es generar campañas de información in situ, con señalética visible, voceros en puntos críticos y alertas en tiempo real en radios y aplicaciones. La experiencia pandémica demostró que se puede informar de forma masiva cuando hay voluntad y estrategia.
Una ciudad funcional no es solo la que construye o arregla, sino la que informa cómo y cuándo lo hace. Y también la que educa para que sus ciudadanos usen y cuiden sus espacios. La comunicación es tan importante como la obra misma. Quito necesita planificación, ejecución y, sobre todo, información.