La situación de la pandemia se vuelve muy crítica. Los datos muestran la expansión peligrosa de contagios y las recomendaciones son de alerta máxima.
Quito muestra cifras francamente alarmantes. En el período comprendido entre el 7 de febrero y el 28 de marzo, los contagios subieron un 25%. Hay personas en los pasillos del Hospital del Sur del IESS y otras a la intemperie. Pichincha tiene una demanda insatisfecha de 200 camas. Las Unidades de Cuidados Intensivos se muestran saturadas.
Guayaquil arroja datos preocupantes de elevación de casos. Otros sectores, como la provincia de Manabí, también muestran cifras de alarma.
A esos datos hay que sumar otra advertencia. Varios médicos que fueron vacunados con la primera dosis se contagiaron. Nadie ha dicho nunca que una primera dosis inmuniza. Es más, hay que esperar 14 días luego de una segunda dosis de la vacuna para tener mayor seguridad.
Tampoco la vacuna significa que la persona que no manifieste los síntomas y estragos del covid no pueda contagiar. Todavía están por explorarse los efectos perniciosos de variantes y mutaciones de cepas.
El domingo, el COE nacional, con los datos en la mano, recomendó las restricciones más duras de circulación nacional para el feriado de Semana Santa. La circulación, basada en la terminación del número de placas, se restringirá parcialmente el
jueves, pero regirá las 24 horas el resto de días. Las sanciones serán drásticas. En las ciudades, el control sigue a cargo de los COE cantonales.
La medida supone la prohibición de la venta de licores luego de las 18:00 desde el viernes y todo el sábado; por adelantado, se suma el feriado del 1 de mayo.
Las playas deberán cerrarse totalmente para evitar contagios, pese a las decisiones anteriores de algunos COE cantonales sobre la materia.
La pandemia no termina, se expande y sigue matando; mientras, el turismo se ahoga y la economía no despega. Este será sin duda uno de los mayores problemas de los siguientes días y meses y el reto más agobiante y urgente para el próximo Gobierno.