El tráfago diario del tránsito cada vez más pesado deja su huella en una red vial que se muestra con muchos problemas.
El 80% de las vías de Quito ya cumplió su vida útil, estimada entre 10 y 20 años.
Son 11 639 vías de la ciudad y las cuadrillas, que sin descanso se dedican a tapar baches o repavimentar las zonas más críticas, están compuestas por 400 personas que no se dan abasto.
El asfalto se deteriora por varias razones: la lluvia -y vivimos una temporada intensa y continua-, los cambios bruscos de temperatura de la madrugada al mediodía, la alta circulación y la congestión que obliga a los automotores a estar detenidos. El material se fatiga, presenta fisuras, se cuartea, muestra desniveles. Posteriormente se abren brechas y baches de todos los tamaños.
Algunos de estos baches causan daños en los autos y a veces hasta accidentes por esquivar los agujeros.
El tema no es de fácil solución. Según la Empresa Metropolitana de Obras Públicas, se requiere un presupuesto de USD 7 000 millones para una repavimentación total. El Presupuesto de un año, para todas las obras municipales a su cargo, es de USD 730 millones.
Pero el problema persiste y los baches crecen en el invierno, se ganan la calle. El asunto demanda de una solución urgente. Este, al igual que otros temas, demanda que el Alcalde y los concejales trabajen juntos en acciones en función de la ciudad. Aplazar la solución integral de los problemas solo los agranda, como sucede con los baches.