El desfile que llegó a la Asamblea para presentar un proyecto de reformas judiciales con el alcalde Augusto Barrera, en primera fila, fue una repuesta de impacto de imagen ante el descontento ciudadano.Quito vive en especial una escalada de inseguridad y la violencia en los delitos genera malestar.
En el pasado, una inopinada lectura política atribuyó a una percepción y se insistió que los medios llevaban parte de la responsabilidad al presentar las noticias. Se quiere desconocer que los medios reflejan lo que en la realidad sucede y que aquellas noticias que se publican recogen la voz de los vecinos de una ciudad como Quito. De lo contrario, la respuesta del Burgomaestre, que organizó una rápida movilización para llegar ante el Parlamento, no tendría razón de ser ni justificación alguna.
En la caminata estuvieron organizaciones como Marcha Blanca, que elaboró un estudio y una propuesta de acción, junto a representantes de barrios quiteños. En estos estamentos se puede constatar que el problema es una realidad cotidiana y no una noticia inflada por la prensa, a la cual se le quiere endosar todos los males del momento.
No. Quito vive un estado de inseguridad. Sus ciudadanos se sienten en la indefensión. Los delitos son cada vez más violentos y el informe del relator de Naciones Unidas sobre el país habla por sí solo, con una mirada objetiva y foránea que no se puede atribuir a intereses internos.
Es hora de abandonar el discurso político de barricada. Son esos mismos poderes públicos y los funcionarios que hoy asumen –más vale tarde que nunca- su responsabilidad los que procesaron reformas pasadas y flexibilizaron las normas. Hoy la sociedad demanda en voz alta. Hace falta una repuesta seria, más allá de las fotos y las arengas.