La semana pasada, las altas autoridades del Gobierno mostraron su asombro. A la Refinería Estatal de Esmeraldas acudió el propio Presidente. El Ministerio del ramo emitió preocupantes informes en otras obras millonarias y sensibles.
En la Refinería -que ha tenido varias paras no programadas- se emprendieron obras que terminaron costando casi el triple del presupuesto inicial (más de USD 2 200 millones). Ahora hay que gastar USD 400 millones más para reparar trabajos mal hechos.
Es indispensable que una auditoría determine responsabilidades, además de que ya hay causas en manos de la justicia. En la Refinería de Esmeraldas hay sospechas de corrupción. Llama la atención que en la Asamblea se hable hoy de fiscalizar, cuando esa obligación debió cumplirse oportunamente.
Como si los ‘descubrimientos’ en la Refinería no fuesen gigantescos, hay otros casos dignos de estudio y tal vez de expedientes y reclamos judiciales. La planta de licuefacción de gas de Bajo Alto se hunde tres cm al año, informó el ministro Carlos Pérez. Habrá que repararla a alto costo y con perjuicios para las empresas privadas que usan el combustible. Odebrecht es responsable del poliducto Pascuales-Cuenca y de las costosas obras en la refinería del Pacífico. El Presidente dijo que, si no hay financiamiento, no se hará la obra. Se han detectado fallas en Monteverde.
Obras con responsables políticos y contratos cuestionados. La justicia debe actuar.