La justicia debe ser independiente. Su autonomía es una condición clave. Uno de los males que ha atacado a esta función, y por ende ha constituido una seria carencia de la democracia, ha sido su dependencia política.El Ecuador quería remediarlo. Por eso cuando el Presidente planteó una Consulta Popular muchísimos ciudadanos le dieron el voto.
Pero la sola mención de meterle las manos a la justicia fue desafortunada. Cambiar la influencia política del pasado, de los partidos tradicionales, los palanqueos y las presiones por nuevas formas de influencia y hasta interferencia no es cosa buena, no soluciona el mal.
El informe titulado Independencia Judicial en la reforma de la Justicia ecuatoriana, elaborado por un académico solvente con el aval de tres instituciones reconocidas en Perú, Colombia y EE.UU., es un instrumento crítico que pudiera servir para meditar y corregir rumbos. Se muestra 12 casos donde la justicia se ha visto politizada y condicionada por el poder. Los temas de la revuelta policial, los juicios contra periodistas y medios y la criminalización de la protesta social son decidores. Los cambios y remoción de jueces son otro asunto delicado.
El documento ha recibido el rechazo oficial: El Presidente del Consejo de la Judicatura, el Presidente de la Corte Nacional y el presidente Correa lo cuestionan. Lo importante sería asumir las críticas para enrumbarse hacia una justicia independiente que puede ser un camino para un país libre y justo.