La Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec) fue intervenida el 18 de diciembre por el Gobierno.Esta decisión sigue a la anunciada el 4 de diciembre en otra entidad: la Corporación Nacional de Electricidad (Cnel).
El objetivo -esquivo muchas veces- de las empresas gubernamentales es servir eficientemente en sectores cruciales para la producción y el desarrollo nacionales. Tal parece que la Celec no lo estaba cumpliendo.
Para justificar la segunda de las intervenciones anotadas, el ministro José Augusto argumentó los principales aspectos: la arquitectura e infraestructura institucionales en estado de obsolescencia, la provisión irregular al sector petrolífero, una limitada capacidad de gestión de contratos y presupuesto de la Corporación y sus respectivas unidades de negocios, y la falta de una visión estratégica y empresarial acorde con sus propios estatutos.
El plan maestro, considerado estratégico para el sector, fue diseñado por el antiguo Instituto Ecuatoriano de Electrificación (Inecel) y su desarrollo debía ser paulatino, bien trazado y coherente con las grandes demandas nacionales.
Solo en ese cabal cumplimiento los objetivos básicos de atender la demanda nacional, obtener abundancia de recursos hidroeléctricos para exportar energía y dejar la tarifa en niveles razonables, acordes con las demandas sociales y empresariales del país, son temas prioritarios.
Celec, por ejemplo, tiene a su cargo centrales de tan señalada importancia, como Hidropaute, Coca-Codo Sinclair, Agoyán y otras más en las provincias de Guayas, Esmeraldas y Manabí. Todas ellas, como se puede ver, son claves para el desarrollo y el abastecimiento nacional.
A ese manejo hay que juntar la gestión de Transelectric, la empresa que transporta y distribuye energía por toda la geografía nacional, que de acuerdo con la evaluación del Ministerio de Energía y Recursos presenta problemas que cabe corregir.
Se espera que las intervenciones anunciadas sean rápidas, técnicamente sustentadas y eficaces por el bien del Ecuador.