La gente advierte una serie de acciones institucionales de preparación ante una eventual erupción del volcán Cotopaxi.
Es muy importante una información seria, que no alarme y que, por el contrario, muestre un tejido social sólido como producto de una ciudadanía madura.
El Ecuador es un país con una naturaleza rica y diversa. Esa misma diversidad hace que los ríos sean caudalosos y las montañas empinadas. El rigor de las estaciones invernales, muchas veces, provoca inundaciones y deslaves.
La cordillera de los Andes es escenario de paisajes que causan la admiración de turistas locales y extranjeros, y parte de su belleza se debe a los volcanes. Varios de ellos han mostrado su vitalidad, como el Reventador, en el Oriente; el Pichincha, en la cordillera Occidental, y tres en el sistema central: en el sur el Sangay, y en el centro el Tungurahua y el Cotopaxi. Los desfogues naturales de este último por lechos de ríos llenos de piedras delatan antiguas erupciones que llegan a varias ciudades, especialmente en las provincias de Cotopaxi y Pichincha.
Es muy loable que órganos del poder público como la Secretaría de Riesgos, a escala nacional y los municipios, en el ámbito local, tomen precauciones y hagan reuniones preparatorias.
Es de desear que el Cabildo quiteño, el de Rumiñahui y los de otros cantones pichinchanos; así como el latacungueño y la entidad del Estado coordinen acciones que potencien su papel precautelatorio. Es bueno estar preparados y coordinar con generosidad y patriotismo.