Los usuarios que tienen autos con más de cinco años y una cilindrada mayor a 2 500 cm3 han visto incrementado un rubro impositivo en su planilla de la matrícula.
Se trata del impuesto verde, que grava con mayor intensidad a los automotores que generan más contaminación. Si se trata de reducir la contaminación y cuidar el ambiente, la medida puede tener apoyo. Si el afán es solo ampliar la recaudación podría ser cuestionable.
Lo cierto de todo es que el impuesto ambiental contó con un descuento gradual del 80% en los años anteriores, que se rebaja dicho descuento este año al 50%, y que a partir del año 2017 se lo pagará íntegramente.
En el año 2014 el impuesto verde ya generó USD 114 millones y se presume que durante este año la recaudación crecerá de manera proporcional a la rebaja del descuento y al número de automotores que entran en el rango de ser sujetos del impuesto por el número de años.
El loable fin de luchar contra la contaminación ambiental, un problema que afecta a las personas que circulan por las veredas, no solamente por la cantidad de autos en circulación sino por los gases que emanan -especialmente los automotores de servicio público-, no tiene, empero, la contraparte deseable.
Si hay un impuesto verde, el dinero que se recaude debiera ir directamente a financiar planes de cuidado, limpieza de la atmósfera y educación ambiental. Por ahora, hay inversión y más planes ambientales pero no se nota el impacto directo del mencionado tributo.