La Conferencia Episcopal Ecuatoriana tiene nuevas autoridades. Al posesionarse, su Presidente fijó posiciones en relación con varios temas nacionales de gran actualidad .
Durante la campaña electoral, los amplios llamados a la paz y a la concordia, más allá de la legítima lucha política de los candidatos en aquella época, fue manifiesta. Los prelados de la Iglesia Católica pidieron una campaña de respeto, de altura, de ideas y de tesis, y cuestionaron la confrontación.
Una vez concluido el proceso y a pocos días de la instalación de un nuevo presidente y su gobierno -aun cuando sea del mismo signo político del saliente- la palabra de episcopado otra vez se deja oír y el país la recibe con respeto.
Monseñor Eugenio Arellano, el nuevo presidente del cónclave de obispos, enfatizó que no le hace bien a la democracia la consolidación de una fuerza única. Es una manera de bogar por el fin de la exclusión de todo aquel que no piense del mismo modo que los gobernantes y su movimiento.
El alto jerarca reemplaza en el cargo a monseñor Fausto Trávez, Arzobispo de Quito. En su primera alocución también abordó los temas relacionados con la justicia social y la solidaridad.
Arellano es hispano-ecuatoriano, ha servido por años en la provincia de Esmeraldas, como cabeza de la Iglesia en uno de los rincones más pobres del país. Su acción y su palabra merecen la atención del poder político, la feligresía y la sociedad en su conjunto.