IESS: más servicios, más empleados y más gastos

En la economía y las finanzas, la política y la demagogia suponen un contrasentido. El Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) no da más.

Fue acogida con beneplácito la ampliación de los servicios del IESS a los menores de 18 años, pero jamás se tomó en cuenta que la medida pudiera agravar la enfermedad. Si todo sigue así, no será posible que el ente cumpla con sus aportantes.

Resulta que la nómina se duplicó: de 19 520 empleados a 38 154, desde 2013 hasta 2018. La mayoría de la carga está en el sector de salud -médicos, enfermeros, auxiliares-.

Los afiliados eran 2 800 000 en el año 2008 y demandaban servicios médicos. Y esa atención mejoró temporalmente. Pero la ampliación de la cobertura a los menores de 18 años, a las amas de casa y a los miembros del Seguro Social Campesino trajo millones de afiliados más. En el 2018 fueron 9 600 000.

Lo inaudito es que la elevación de la cifra de afiliados y asegurados no trajo a las arcas del IESS ni un centavo más por recaudación.

Esta nueva realidad hace que los cálculos actuariales bajen la proyección y viabilidad del sistema.

El tema es de fondo. Nadie desconoce que millones de ecuatorianos merecen atención de salud de calidad, oportuna y suficiente. Pero el IESS debe atender prioritariamente a su razón de ser: la pensión jubilar.

La salud depende por mandato constitucional del Estado y esa sobrecarga debería eliminarse. Jamás el IESS puede asumirla. Probado está que la demagogia y la audacia no tienen límites.

El Estado debiera atender a los enfermos catastróficos y hacerlo con prioridad y calidad. Asimismo, el Estado debiera atender la salud de las amas de casa y de las familias de los trabajadores ecuatorianos.

El IESS debe garantizar la economía y el manejo pulcro de los dineros de los afiliados, sus jubilaciones y prestaciones económicas y sus servicios de salud de forma óptima.

El IESS es de los afiliados, no del Estado y peor de los gobiernos de turno que han usado y abusado de sus recursos y minan su supervivencia.

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