El poder ciudadano más nítido y definitivo que significa el voto deja en manos de 13 millones de ecuatorianos el destino del país, en medio de una grave crisis de salud pública, económica y de valores. Es un día crucial.
La segunda vuelta electoral, corta, intensa en mensajes y diferente a todas las conocidas en la historia reciente, por la huella letal y dolorosa del coronavirus, termina hoy.
Un asunto clave en el resultado es el de los ciudadanos indecisos, que se habrán ido decantando en la última semana para tomar su opción. Los expertos señalan que muchas veces eso ocurre frente a la urna y con la papeleta en blanco. Los impulsos y las emociones mueven votos.
En Ecuador las encuestas están vedadas por ley y por esa razón solo sabemos oficialmente el número de indecisos hasta que se dejaron de divulgar sondeos. Perú, por ejemplo, que tiene primera vuelta hoy, mantenía el 30% hasta el jueves.
El dilema del ciudadano frente a la urna es saber si la voluntad de su voto habrá de ser respetada. Esa es la primera obligación moral de la autoridad electoral y de las personas que cuentan en las mesas cada voto.
La primera muestra de ética pública y conciencia individual se basa en ese respeto a la voluntad popular.
Habrá dos posibles encuestas a boca de urna; pueden ser un termómetro temporal, nunca definitivo para indicar las tendencias que se expresen en los comicios de hoy. No habrá conteo rápido del Consejo Electoral. La autoridad lo presume secundario frente a la entrega de votos reales en un escrutinio que todo el país y la comunidad internacional espera que sea transparente y sin sospechas.
Para el ganador de la contienda empieza el reto inmenso de sortear las dificultades de la crisis de salud pública y una economía devastada, con desempleo y poca producción que se reflejan en un crecimiento magro.
Son los retos mayores, y la gobernabilidad es factor fundamental. Para los perdedores, la creación de cultura democrática empieza aceptando los resultados. Que la voz de la gente se exprese en libertad y con sabiduría hacia la prosperidad futura.