Honduras ha vivido en máxima tensión desde el cierre de las urnas, el domingo de la semana pasada, por unos resultados de los comicios presidenciales que no terminan de conocerse.El país centroamericano vive horas de violencia y el Gobierno decretó el Estado de sitio.
Varios partidos políticos, que conforman la Alianza Opositora contra la Dictadura, critican lo que señalan como intento de fraude a favor del candidato a la reelección, Orlando Hernández.
La primera polémica surgió cuando se alteraron las normas sobre la reelección, lo que ha sido foco de conflicto en varios países del continente americano. Esto derivó en una ruptura durante el gobierno de Manuel Zelaya, que puso en vilo a ese país y capturó la mirada y las críticas internacionales para las partes en disputa.
Entonces, en 2009, el intento de reelección causó zozobra, y la idea de evitarla para impedir que el aparato estatal se volcara en pro de cualquier presidente que busque la reelección parece clave, como se ha visto en experiencias recientes de varios países. La alternancia es pieza fundamental de una democracia abierta y plural.
El episodio de esta semana parecía resuelto con el 94,31% de las urnas escrutadas, pero se frenó y llegó el caos. Hernández tenía el 42,92% de los votos y Salvador Nasralla, de la entente opositora, había sumado el 41,42%.
Honduras merece una salida clara y superar la violencia de un país azotado por las maras y el crimen organizado.