Guillermo León, alias “Alfonso Cano”, murió tras un cerco de varias horas en su guarida. Las fuerzas del orden seguían de cerca la pista del último cabecilla histórico del grupo narco-guerrillero más violento de Colombia.
Secuestros, bombas terroristas, tomas de población y matanzas a civiles y militares son algunos de los horrendos crímenes cometidos por el grupo autodenominado Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Alfonso Cano tenía 96 procesos pendientes.
La agrupación surgió como una repuesta a las luchas intestinas entre los grupos políticos tradicionales a mediados del siglo XX. Tuvo en su ideario la utopía de la lucha armada para instaurar una revolución en Colombia.
La formación armada y la preparación ideológica fueron durante años sustento de la lucha clandestina que llevó al grupo guerrillero a mantener cerca de 20 000 hombres alzados en armas.
Los primeros tiempos de utopía fueron transformándose. El asocio con el narcotráfico desvirtuó las proclamas idealistas y lo convirtió en un poderoso grupo armado donde primaron la extorsión, el terror y la muerte.
Las FARC están golpeadas. Murió su fundador “ Manuel Marulanda o Tirofijo”, fueron abatidos en operaciones militares “Raúl Reyes” en territorio ecuatoriano, el “Mono Jojoy” y el viernes “Alfonso Cano”, entre otros dirigentes.
Las claves de las acciones militares son la inteligencia, el bloqueo a las comunicaciones y el equipamiento aéreo. Atrás de las operaciones está Juan Manuel Santos. Antes como ministro de Defensa, ahora como Presidente.
Uno de los retos ahora es desmovilizar al grupo rebelde que tiene todavía 7000 hombres armados. El camino hacia la paz es todavía largo y complejo de labrar.