Mariano Rajoy fue investido el sábado como presidente del Gobierno español. La nominación ha sido posible por el apoyo al Partido Popular (PP), del que Rajoy es líder, de una de las nuevas fuerzas:ciudadanos.
La abstención del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) facilitó la operación. Rajoy gobernó España en medio de una severa crisis económica apenas superada y con escándalos de corrupción en su entorno partidista que afectaron su imagen.
En dos comicios consecutivos, en diciembre y junio, ganó Rajoy pero no alcanzó mayoría. No pudo formar gobierno pero también fracasó en ese intento el líder del PSOE, Pedro Sánchez, que terminó renunciando a su escaño.
Sánchez se opuso a que el PSOE facilitara con la abstención la investidura y España estuvo al borde de una tercera convocatoria a las urnas, lo que hubiese deteriorado más la situación. El partido se fraccionó y sus diputados facilitan con su abstención que el Presidente en funciones siga en el Gobierno. Pero sus críticas advierten una Legislatura complicada y un gobierno envuelto en la fragilidad. El debate tenso del sábado en el Congreso de los diputados muestra a España dividida entre cuatro fuerzas importantes, pero no mayoritarias, y la atomización de las autonomías.
La radicalidad de Bildu, partido identificado con la banda terrorista ETA y Ezquerra Republicana de Catalunya, el más extremo de los independentismos, augura otras tensiones.