La desconfianza se siente en las calles de la Franja de Gaza, tras una tregua que logró atenuar con el alto al fuego el horror de ocho días de ataques ininterrumpidos. El temor tampoco deja en paz a los israelíes. Los ataques de la fuerza armada de Israel mataron a 164 palestinos. Todo comenzó con un asesinato selectivo enfocado contra el jefe militar de la facción Hamas, Ahmed Jaabari.
La respuesta palestina contra Israel, que estuvo atenuada por el domo de hierro de la defensa antiaérea judía, cobró la vida de seis personas. Pese al cese al fuego la tensión no cesa. Esta vez, como muchas otras, los esfuerzos del presidente egipcio Mohamed Mursi, que el mundo entero valora, solamente pueden ser temporales. Es una larga historia de desencuentros y sangre entre dos pueblos que ocupan un mismo territorio.
La fundación del Estado de Israel, decidida por la Organización de Naciones Unidas en 1947 con el voto ecuatoriano, no fue definitiva, puesto que las fronteras siempre quedaron en el aire, nunca se sellaron y los asentamientos de palestinos en Israel y de israelíes en Palestina son otro problema adicional.
En Gaza, la fuerza de Hamas es significativa. Es un grupo que tiene una postura radical y usa la fuerza terrorista para expresarse. En Israel los sectores más duros también opinan que mientras el terrorismo continúe operativo no habrá paz. Por eso el aparato político judío ha advertido con frías pero decidoras palabras de su primer ministro Benjamín Netanyahu: ‘Le damos una oportunidad al alto el fuego, pero estamos también preparados para hacer frente a la eventualidad de que no sea respetado, y si esto ocurre sabremos actuar en consecuencia’. Una paz duradera luce lejana en esta tierra de Dios y ‘casa de la guerra’.