Si la semana pasada la subida del precio de la gasolina súper era noticia, ahora la atención se centra en la planta de refinación más grande del país, pues ahí debe realizarse en breve el ofrecido mejoramiento del octanaje de combustible.
La Refinería Estatal de Esmeraldas opera desde 1978. En la última repotenciación se buscó mejorar su operación.
Los contratos de ese proceso fueron observados por Contraloría y generaron juicios y sanciones.
La planta de procesamiento, concebida inicialmente para refinar el petróleo liviano que se extraía en los pozos de la selva oriental ha tenido que adaptarse con el tiempo para dotar al país de otros productos derivados para el mercado de consumo interno.
Pero luego de la repotenciación se hicieron varias paras no programadas y las obras recibieron observaciones técnicas. En este año ha habido una veintena de paralizaciones no planificadas, y la que estaba programada para este año ha sido movida para los primeros meses de 2019.
El ministro del ramo hizo observaciones sobre la Unidad de Craqueo Catalítico que experimenta un calentamiento que, se ha dicho, puede ser controlado para evitar sustos.
En esas condiciones, la Refinería afronta la exigencia de elevar a 92 octanos la gasolina súper. Cuidar la calidad del aire y los motores de los vehículos es un asunto clave. El compromiso adquirido en función del nuevo precio pone a prueba la operación.