El Frente Unitario de los Trabajadores (FUT) tomó el camino correcto en la actual coyuntura del país.
La decisión de suspender la marcha nacional es oportuna y de ninguna manera debe entenderse como una rendición a sus puntos de vista.
Todo lo contrario, la sociedad lastimada por los actos de violencia extrema, vandalismo y acciones terroristas que caotizaron el país, debe tomar esta suspensión como un gesto importante en la hora actual.
El Ejecutivo envió a la Asamblea un proyecto económico que no incluyó la reforma laboral anunciada hasta lograr un acercamiento de criterios.
El Presidente se encuentra dialogando con amplios sectores sociales. Grupos campesinos, una central sindical, empresarios y actores ciudadanos exponen sus criterios. Ayer se anunciaron varios puntos de acuerdo para cambios en el ámbito laboral.
La semana pasada, la opción de diálogo con la dirigencia del FUT se cerró cuando se había insistido en la marcha y hasta el paro nacional.
Esta decisión de pausa por parte de los dirigentes más duros del sindicalismo, agrupados en el Frente Unitario de Trabajadores, debe reabrir la oportunidad para llegar a acuerdos.
Sabemos que en un momento de compleja situación económica acordar, llegar a consensos no es una tarea fácil. Pero el reto es justamente un esfuerzo de generosidad y apertura ante las dificultades de la hora.
El Gobierno habla del camino del diálogo y llegó a proclamar en distintos ámbitos el Acuerdo Nacional.
Por lo visto, con la dirigencia indígena esa opción no dio frutos y las cosas llegaron a una severa crisis social nacional. El levantamiento dejó ingentes pérdidas al sector productivo y afectaciones a los más pobres.
Con los trabajadores organizados buscar consensos no es simple. Los sindicatos reclaman por la vigencia de los derechos adquiridos.
Los miles de desempleados y aquellos que tienen un trabajo informal, precario y sin garantías, quieren oportunidades. Concertar y ceder en posturas duras es el camino. El FUT abre la puerta y el Gobierno debe insistir en su mano tendida.