Petroecuador y Petroamazonas son las dos firmas estatales dedicadas al campo petrolero y se fusionarán.
A la decisión política del Gobierno siguen una serie de acciones encaminadas a que a fines de este año se concrete el proceso de fusión.
Esta decisión es un mensaje en la dirección correcta. En épocas de vacas gordas y de ficticia abundancia se dio paso a la división operativa.
Pero ahora, con un promedio de 450 000 barriles de petróleo extraídos cada día, ambas firmas son un gigante burocrático. En los años de funcionamiento los empleados suman más de 10 000: el dato no tiene coherencia ni por eficiencia ni por economía de escala ni por relación hombre-barril de petróleo.
Entendidos en la materia estiman que se puede operar con menos de la mitad de personal, cuyos montos salariales perforan las arcas estatales.
El Ministro de Energía hizo el anuncio del nuevo nombre que acopiará a Petroecuador y Petroamazonas: Empresa de Energía del Ecuador.
Así la administración y la burocracia y los niveles operativos y técnicos estarán bajo una sola cabeza de mando con criterios de eficiencia, nueva tecnología operativa y -ojalá que pronto- buenos resultados para las arcas fiscales.
La Empresa de Energía del Ecuador entonces tendrá en sus manos la prospección, la exploración de yacimientos y estudio de la viabilidad de nuevos campos petrolíferos.
Adicionalmente, el transporte de crudo por los sistemas de ductos, y la comercialización tendrán una convergencia de administración y operación, como siempre debió ser.
El proceso de una empresa extractiva, que a su vez vende el petróleo a otra, así mismo estatal, convierte la gestión cotidiana en una pesada maquinaria burocrática.
El paso valiente dado hacia adelante deberá tomar en cuenta la optimización del personal. El Banco Interamericano de Desarrollo ha otorgado un crédito ad-hoc para los despidos por un total de USD 20 millones.
En todo este proceso trabaja la llamada Unidad Temporal de Fusión . Hay que esperar buenos resultados.