La frontera norte es vulnerable. La situación es la suma de varias y confluyentes causas entre las cuales se podría enumerar el contrabando, el narcotráfico, la trata de personas y la penetración de grupos armados de guerrilleros o de delincuentes organizados.
El caso registrado en el retén Palma Real relata una balacera para liberar a una persona que se tiene por cercana a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En el pasado, mucho trabajo ha costado a las fuerzas de seguridad vigilar la frontera, seguir la pista a sospechosos y, algunas veces, repeler ataques armados de antisociales o narcoguerrilleros.
Grupos como las FARC hicieron del país un santuario de refugio, abastecimiento y curación de heridos. La geografía ayuda: la espesa selva oriental en la provincia de Sucumbíos, las escarpadas montañas andinas en la provincia del Carchi y la vegetación tropical y los serpenteantes ríos de Esmeraldas facilitan la operación de grupos irregulares. No se debe olvidar que cuando se produjo el ataque colombiano en Angostura se identificaron varios campamentos clandestinos de las FARC en territorio ecuatoriano. Durante los largos años de tensiones con el Perú el papel de los soldados estaba claro. Hoy la propia Constitución habla de la defensa de la soberanía y la integridad territorial. Eso supone una visión y una estrategia distintas pero, sin duda, la participación indispensable de las FF.AA.