Lo que empezó como una feliz iniciativa de la reina de Quito, Silvana di Mella, y la Fundación que dirige, se proyecta hacia una acción continua con apoyo oficial y eco en varias provincias.
‘No me quedo callado’ fue el sugestivo nombre con que se bautizó a la campaña para propender a crear conciencia del acoso estudiantil, llamado ‘bullying’, que causa imborrables huellas y hasta puede costar vidas por suicidios.
Los niños más tímidos, los más callados o débiles de contextura suelen ser víctimas de compañeros de aulas desaprensivos que los molestan o maltratan psicológica y hasta físicamente.
Burlas, apodos vergonzantes, golpes y hasta acosos colectivos que pueden llegar hasta abusos físicos o sexuales han sido algunas de las manifestaciones que la sociedad debe empezar a traducir en cifras.
A ese aspecto contribuye sin duda una primera etapa como esta importante campaña que no debe llevársela el viento. Por eso es importante el apoyo de la Comisión de Educación de la Asamblea y el compromiso de los ministerios de Educación, Salud e Inclusión, a fin de darle continuidad. No se trata solamente de un asunto de niños y jóvenes y autoridades. También las familias deben estar atentas y los maestros en escuelas y colegios deben estar prestos a su detección y a aplicar correctivos. Hoy en el Itchimbía se entregará un manifiesto estudiantil por la paz. La buena convivencia es un buen paso. Deben darse muchos más.