Las estadísticas de infracciones y multas registradas por los sistemas de control muestran una realidad y llaman a cambios.
Primero cabe señalar que el contar con registros de fotografías y radares de control es un avance. También hay que decir que no todas las multas aplicadas se establecen en circunstancias similares.
Hará falta, de todos modos, provocar la instancia discrecional, para escuchar los descargos de los infractores respecto de alguna infracción forzada por circunstancias que no dependen de ellos.
También hay problemas administrativos que se deben superar. Está bien mejorar el equipamiento y dotar de instrumentos de control cada vez más sofisticados y ubicarlos en más lugares de observación. Pero las multas y sus montos muchas veces no se notifican a tiempo. Muchos de los datos de los que dispone la autoridad se hallan incompletos. En ocasiones, las direcciones registradas no coinciden, los registros de propiedad no siempre se hallan actualizados y las multas no se entregan a los infractores.
Además, hace falta un nuevo llamado de atención a los agentes, en el caso de la Agencia Metropolitana de Quito.
Algunos de ellos siguen concentrándose en sus teléfonos o en conversar con sus compañeros, lo cual causa que no siempre estén atentos al tráfico.
Los datos, que debieran ponderarse con estadísticas internacionales, deben conducir a una reflexión colectiva.
Dentro de ella es imprescindible el compromiso ciudadano para mejorar la calidad de conducción.