La noticia anunciada días atrás se concretó. El Fondo Monetario Internacional (FMI) dio luz verde al programa económico de Ecuador y el Directorio de este organismo entregará USD 4 200 durante los próximos tres años.
Este empréstito del Fondo abre la puerta a los demás créditos conforme el compromiso público ya manifestado por varios multilaterales.
Como efecto del acuerdo vendrá un primer desembolso del FMI por USD 652 millones, que aliviará las necesidades fiscales de liquidez.
Luego llegarán los demás desembolsos. Pero, y muy importante como punto de partida, es que el FMI confía en el país y en la estructura que presentaron las autoridades del ramo en un plan y en su palabra.
Lo primero era sostener la economía y la dolarización. El énfasis, en este caso, es en el acento social de los destinos del dinero. En esa materia hay un concierto adecuado con los demás organismos multilaterales.
Proteger a los pobres, ha dicho el FMI. Proteger a los pobres, ha corroborado desde París el ministro de Finanzas, Richard Martínez. Se mostró claro en sostener que el acuerdo favorece a los más vulnerables por el énfasis en las políticas de gasto social del Gobierno.
Cristine Legarde, directora Gerente del FMI, quien se reunió hace poco tiempo con el Presidente, dijo ayer que ‘las autoridades están implementando un amplio programa de reformas con el objetivo de modernizar la economía’. Modernizar en pro de ‘un crecimiento sólido, sostenido y equitativo’, enfatizó.
Se trata de generar confianza. La confianza que buscan los agentes para invertir. La inversión, que es indispensable para generar empleo.
Qué panorama tan distinto de aquel que aisló al país durante diez años. Un discurso cerrado que satanizó al FMI y los multilaterales que, como se ha probado, conceden mejores plazos, más largos, y tasas más bajas que cualquier empréstito como los que contrató el anterior gobierno.
El préstamo de los USD 4 200 millones será completado hasta USD 10 200 millones por los multilaterales. Es necesario prudencia en su uso.