La justicia avanza lenta frente a una de las urgencias nacionales para limpiar al país. Los delitos de corrupción alcanzan presunciones severas de ex altos cargos.
El ex presidente Rafael Correa, el ex vicepresidente Jorge Glas y varios ex ministros aparecen con presunciones de un abanico de delitos. Peculado, cohecho, tráfico de influencias, lavado de activos, delincuencia organizada y concusión.
El ex vicepresidente está en la cárcel de Latacunga y el único de delito por el que fue condenado está en etapa de casación. Los otros procesos señalados apenas han avanzado.
El caso de Jorge Glas es el más emblemático sentenciado en materias de las denuncias de sobreprecios y dinero sucio de Odebrecht. La firma constructora de Brasil ha colaborado con la justicia y en varios países cayeron como baraja de naipes altos funcionarios y hasta ex presidentes.
Glas tiene 18 expedientes pero un total de 16 están en etapa de indagación previa. No avanzan o avanzan con lentitud.
De las ocho causas que señalan a Correa por peculado y delincuencia organizada, siete están en etapa de inicial de la investigación judicial.
Una jueza que tiene a su cargo la causa de ‘Sobornos’ busca el aval de la Asamblea Nacional para iniciar expedientes contra Correa Glas y la asambleísta Viviana Bonilla. En el caso de esta última se requiere autorización previa de la legislatura por su condición. Hay varios empresarios con sospechados.
140 casos de aquellos que reposan en los fiscales investigan a funcionarios aforados. Los ex presidentes y ex ministros tienen fuero de Corte.
1044 causas avanzan en contra de otros funcionarios públicos. En ambos casos la sensación es que el avance es muy lento. No hay que olvidar el aforismo que dice que justicia que tarda no es justicia.
Los fiscales no dan abasto, ni siquiera los expedientes tienen lugares apropiados debido a la cantidad de cuerpos y muchos están arrumados en las oficinas de unos operadores de justicia que no dan abasto (ver EL COMERCIO de ayer).
El gran reto es administrar justicia con equilibrio, sin venganza pero evitando que una de las etapas de la historia nacional más nefastas que se hayan escrito quede como un baldón donde impere la impunidad.