Los digitadores contratados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) siguen adelante con el proceso de verificación de las nuevas firmas presentadas por las organizaciones políticas -partidos y movimientos-. Varios grupos ya han recibido luz verde y los demás están a la espera, confiados en que el numeroso fichaje recogido en las calles será suficiente para conseguir el aval del máximo organismo del sufragio.
No deja de llamar la atención que varias de esas agrupaciones ya habían recibido su autorización legal que les acreditó para participar en política, antes de que estallara el escándalo de supuestas firmas falsas.
La organización que mayor cantidad de firmas inválidas tenía era el oficialista Alianza País, que a su vez es la agrupación que más adhesiones presentó. Por eso es llamativo que los partidarios del movimiento AP hayan promocionado un mensaje que pedía a los ciudadanos que no den más firmas a los demás contendientes.
Hay una responsabilidad compartida que habrá que investigar y en ello también lleva gran parte de carga el propio CNE. Lo grave de todo es que la fe pública fue lastimada y en esas circunstancias afrontamos una campaña presidencial.
Por ahora ya hay nombres de candidatos. La izquierda lanzó a su candidato de unidad: Alberto Acosta. El fin de semana Guillermo Lasso aceptó la nominación de CREO. Se cuenta con otros nombres como Lucio Gutiérrez o César Montúfar y Álvaro Noboa, aunque afronta aspectos impositivos delicados.
Y nadie desconoce que aunque no se haya oficializado su nominación, el presidente Correa buscará la reelección.
Los ecuatorianos merecen elecciones limpias, campañas cristalinas sin aprovechamiento de recursos públicos y un conteo transparente de votos.